En el centro del pecho, detrás del esternón, donde la gente toca cuando dice 'yo', queda una pequeña glándula llamada TIMO. Su nombre en griego, 'thýmos', significa energía vital. Será necesario decir más?
Si, es necesario decir algo más... Porque el timo sigue siendo un ilustre desconocido. El crece cuando estamos alegres y encoje a la mitad cuando estamos estresados y aún más cuando enfermamos.
Esa característica confundió durante mucho tiempo a la medicina, que solo lo conocía a través de las autopsias y siempre lo encontraba achicado y encogido.
Se suponía que se atrofiaba y dejaba de trabajar en la adolescencia, tanto es que durante décadas los médicos americanos bombardeaban timos perfectamente saludables con altas dosis de rayos X, creyendo que su 'tamaño anormal' podría causar problemas.
Más tarde la ciencia demostró que, aunque disminuye su tamaño después de la infancia, sigue siendo activo; es uno de los pilares de nuestro sistema inmunológico, junto con las glándulas adrenales y la espina dorsal y está directamente conectado a los sentidos, la conciencia y el lenguaje.