miércoles, 23 de febrero de 2011

El Timo: la llave de la energía vital

En el centro del pecho, detrás del esternón, donde la gente toca cuando dice 'yo', queda una pequeña glándula llamada TIMO. Su nombre en griego, 'thýmos', significa energía vital. Será necesario decir más? 
 
Si, es necesario decir algo más... Porque el timo sigue siendo un ilustre desconocido. El crece cuando estamos alegres y encoje a la mitad cuando estamos estresados y aún más cuando enfermamos.
Esa característica confundió durante mucho tiempo a la medicina, que solo lo conocía a través de las autopsias y siempre lo encontraba achicado y encogido.
 
Se suponía que se atrofiaba y dejaba de trabajar en la adolescencia, tanto es que durante décadas los médicos americanos bombardeaban timos perfectamente saludables con altas dosis de rayos X, creyendo que su 'tamaño anormal' podría causar problemas.
 
Más tarde la ciencia demostró que, aunque disminuye su tamaño después de la infancia, sigue siendo activo; es uno de los pilares de nuestro sistema inmunológico, junto con las glándulas adrenales y la espina dorsal y está directamente conectado a los sentidos, la conciencia y el lenguaje.

jueves, 17 de febrero de 2011

Danuel Meurois, Crónica de Febrero de 2011


Febrero 2011

Fervores

Muy a menudo doy la vuelta al mundo en mi cabeza y observo…
El Islam sorprende e interroga exultante al solo nombre del Profeta; el Budismo suscita la admiración y el respeto por su evidente sabiduría; el Hinduismo fascina por su misticismo y por la devoción de sus fieles, y en fin, el Judaísmo por la tenacidad de sus antiguas raíces… En lo que respecta al Cristianismo, con todas las tendencias confundidas, no sabemos bien dónde está cuando observamos de forma objetiva el estado de nuestro Occidente.
Probad a experimentar… Intentad hablar de Cristo de manera espontánea entorno a vosotros… ¿Cuántas miradas socarronas os lanzarían? ¡Sería mejor no contarlas! Por supuesto, salvo alguna excepción, la que confirma toda regla.
Experimentad también hablar de la existencia del alma a vuestros compañeros de trabajo, o en vuestro entorno en general. Os haría falta valor… Es probable que os miraran desde la esquina preguntándose a qué secta puedes pertenecer.
Haced ahora esta pregunta a un musulmán, a un budista, a un hindú o a un judío. También obtendréis una sonrisa… pero no la misma. Aunque unos y otros tengan un acercamiento diferente a la pregunta, encontrarán bastante «anormal» que tengáis dudas.
El abismo es  importante. Así estamos hoy día. Salvo excepciones, insisto.
En Occidente, el «bobo», como se dice en mi tierra, es el que cree todavía en el «niño Jesús».

MATÍAS DE STEFANO

Esta pregunta está hoy en boca de todos, desde niños hasta ancianos que buscan su Misión.
Es un dilema que ha estado vigente en la humanidad desde sus principios.
¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Qué rol cumplo en esta totalidad? ¿Qué importancia tengo en este Universo, aunque soy tan pequeño?

Todos tenemos un propósito… cada semilla, ave, animal, cada humano, cada célula y estrella tienen un propósito por el cual existen. La existencia misma es un propósito: el movimiento; por más absurdo que parezca, el propósito que todos juntos tenemos, es el constante movimiento, nunca debe detenerse, nuestra misma naturaleza lo necesita, nuestros sueños nos impulsan en los momentos en que nos estancamos. Cuando la vida ha llevado a alguien a una monótona vida de oficina, de la cual sabe que no es su realidad, sus sueños son quienes muestran su propósito.
Nuestras habilidades, aquello en lo que somos buenos, nuestros hobbies, nuestras ideas, por más locas que sean, esos aspectos son los que están metidos en nuestra genética y personalidad, los cuales nos guían hacia nuestro propósito individual. Hay que hacer caso a aquello que sabemos y tenemos como habilidades, ellas son el camino hacia nuestra realización.
La Misión, no es un trabajo que cumplir, muchas veces podemos creer que nuestra misión puede ser dura, o algo que hemos pactado… pero en realidad, ella es nuestra propia realización como seres. En el proceso de realizar nuestra misión, la vida nos enseña las herramientas con las cuales la lograremos.

¿Cuáles son esas herramientas?

sábado, 5 de febrero de 2011

El apocalipsis de los tramposos

 Escrito por Daniel Meurois-Givaudan | 02 Noviembre 2010

De ahora en adelante todos lo sabéis, la palabra Apocalipsis –que hace referencia al Fin de los Tiempos– significa exactamente "Revelación". Cuando la evocamos y conocemos el sentido, pensamos evidentemente en algo global. Imaginamos de entrada grandes acontecimientos planetarios, o incluso cósmicos, en el seno de los cuales el individuo no es señalado con el dedo en cuanto tal, sino en los que son replanteadas sus monstruosas creaciones colectivas. El culpable, en ese contexto, es siempre el egoísmo de los otros, y también el de los Gobiernos que no hemos elegido, claro está.
Pensamos en los sistemas sociales desequilibrados y frecuentemente inicuos que son los nuestros, pensamos en los desastres de una cierta Ciencia, en los cambios climáticos radicales, en las sacudidas terrestres que escapan a nuestro control y, en suma, en todo lo que puede ser razón de nuestra aparente estabilidad y que allanará finalmente todo en todos, según se dice. Por poco que se sea creyente, nos consolamos afirmando que sólo Dios conoce la hora y, después, continuamos despertándonos de la misma manera cada mañana.
Sí, sin duda hay esa Apocalipsis tal como las ha habido semejantes en el pasado de nuestro planeta. Construcción, destrucción… todo funciona por ciclos.
Sin embargo, lo que atrae más bien mi atención aquí, no es la amplitud de los enormes y dramáticos acontecimientos de naturaleza ecológica, o de cualquier otra, que bien podrían caernos encima un día u otro.

miércoles, 2 de febrero de 2011

«Es el estado del alma lo que determina la salud»

La polémica autora del libro La mafia médica prepara el lanzamiento en España de su segundo libro ¿Qué he venido a hacer en esta tierra? (What the Hell Am I Doing Here Anyway?), que está a la venta desde finales del mes de abril 2007. Desde que Ghislaine publicó su primera obra en la que pone en tela de juicio el funcionamiento del sistema médico –por ocuparse de la enfermedad, más que de la salud–, muchas conciencias han quedado inquietas. Para avivar estos temas la autora, que transmite paz y seguridad, nos ha concedido un poco de su tiempo para compartir con los lectores de Natural su filosofía de vida. Ghislaine Saint-Pierre Lanctôt nació en 1941, su padre y su abuelo eran farmacéuticos y ella empezó la carrera de Medicina para complacerles. «Yo quería ser filósofa. Pero creía que lo de pensar no iba a aportarle nada a la gente. Pensé, voy a hacer algo útil, que beneficie a la población, y como me crié en este ambiente decidí hacer la carrera de Medicina. Al final he dejado todo eso y lo que hago ahora es lo que quería hacer desde el principio».